Los primeros días de noviembre y después de un año de muchas cosas; (seres queridos que se fueron, primer año del jardín de infantes de Renata, mudanza de lugar de trabajo de Pablo, mi marido,cambios en la casa y enfermedades varias); quisimos hacer una escapada corta por alguno de los lugares cercanos a capital donde vivimos, y elegimos este lugar tan conocido por sus sabrosas naranjas.
A 164 km de la ciudad de Buenos Aires, a orillas del río Paraná; y a sólo 20 km de Vuelta de Obligado, donde se luchó contra los ingleses y franceses en 1845; esta localidad tiene cosas que gozan de muy buena fama: las naranjas, las ensaimadas y el Festival de Música Country.
Nos quedamos en una casa para tres de Brisas del Paraná, estuvo muy buena la elección. El lugar tiene 4 hectáreas , 7 casas de campo (algunas vienen pegadas para familias grandes o compartidas) muy lindas y con buenos ventanales y decks de madera con vista al río y en barrancas repletas de flores y vegetación. Las casas tiene pileta a pocos metros cada una, en las terrazas hay parrilla, y cocina completa. Dan desayuno seco y hay mesa de ping pong.
Nada más lindo que esas terrazas y decks con vista al río. Hicimos una linda caminata por el campo, bajando la barranca. Cerca había caballos y el río Paraná de fondo. Que paisaje divino!
Mucho desayuno, almuerzo y té en ese deck divino. La sonrisa de Renata en la foto lo dice todo. Esa naturaleza que tanto bien nos hace a los que vivimos en el centro de una ciudad. La pequeña gran respuesta. Deberíamos hacerlo más seguido..
En San Pedro, hubo un elegido y fue La Campiña, de Mónica Cahen D’ Anvers y César Mascetti (para los que leen esto y no son argentinos- una pareja muy famosa de conductores de informativos de nuestra radio y televisión ) que en sus entrevistas hablan siempre de este lugar, del que son dueños, como su lugar en el mundo y lo han abierto al público. Se trata de una «chacra productiva -placentera» como ellos la llaman en su propia web ( http://lacampinia.com.ar/ ) de 500 hectáreas y más de 100 mil árboles frutales. Es divino todo, el restaurant, la galería donde se desayuna, almuerza o se toma el té…
En La Campiña nos recibió el aroma de las flores de azahar; que delicadeza de perfume…De los más ricos que conozco. Llegamos tarde y la guía terminaba su recorrido, pero enganchamos el final donde te muestran el vivero y el rosal. El lugar es de una prolijidad y una belleza para destacar, te quedarías horas admirando las flores y la huerta. También te llevan a la dulcería, donde podes probar los dulces orgánicos y caseros. O podes comprar naranjas, aceites de oliva, dulces caseros, bombones, frutas, escabeches, fiambres caseros, vinagres aromáticos y licores. ¡Compré naranjas allí y como extrañé cuando se acabaron en Buenos Aires! Son espectaculares.
Renata aprovechó como loca los juegos de plaza que hay en La Campiña: tobogán, hamacas, calesita y túneles. Después aprovechamos para tomar el té y probar algunas delicias que hay ahí. Obviamente pedimos jugos de naranja (que rico y no me canso de decirlo) para todos y la recomendación es la pastafrola casera, impecable. Para almorzar, es indispensable reservar con anticipación. Sino el mismo día no vas a conseguir lugar.
La atención es muy amable; además los precios son económicos y esto es bueno resaltarlo. Cobran una entrada mínima a los adultos y a mayores de 12 años.
lindisima descripcion de San pedro
me hizo sentir estar alla con sus perfumes y colores
experiencia impresionista!